Hace treinta años...

Hace treinta años se realizó, con mucha alegría y gozo, el 1º Encuentro del Pueblo de Dios; y fue en la localidad de Concepción. Fue, exactamente, el lunes 21 de agosto de 1989.

Era párroco de la parroquia Inmaculada Concepción, con sede en dicha localidad, el sacerdote Rodolfo Andrés Espíndola. Ya han pasado treinta años de aquel evento tan recordado por quienes hemos tenido la gracia de participar.

Fuimos llegando al pueblo en autos, camionetas, colectivos; transitando por sobre el arenal, hacia la plaza, en frente de la Iglesia.

P. Rodolfo Espíndola (1943-2010)

Iniciado el Encuentro, el P. Rodolfo nos dio la bienvenida. Allí estaba la gente del lugar, con su amabilidad y disponibilidad para el servicio. Había un clima de mucha alegría, y de mucha expectativa; era la primera vez que nos reuníamos tanta gente, para rezar y reflexionar.

Allí estábamos gente de todas las comunidades que componían en ese momento la diócesis. Allí estaba el obispo Rossi, y estábamos los sacerdotes con nuestras comunidades parroquiales. Indescriptible fue la experiencia de compartir con gente de distintos puntos, y el constatar que había vida cristiana, y apostolado, en todas partes. ¡Una cosa es saber que eso es así, y otra cosa ¡¡mucho más linda!! es compartir esa experiencia!

En aquellos días nos preparábamos para la celebración de los 500 años de la evangelización en América (1492-1992). Por lo que el lema fue: Llamados a continuar la tarea de los primeros evangelizadores. Reflexionamos sobre cómo ser misioneros, cómo continuar con la difusión de la fe recibida, etc.

El evangelio que se leyó, como para iluminar la oración y la reflexión, fue el episodio en el que Jesús visita a las hermanas Marta y María (Lc 10,38-42). Allí Jesús dice: Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas. Y sin embargo, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada. El P. Rodolfo, con su modo pausado y sereno, fue el encargado de la reflexión de iluminación.

No hay palabras para describir la disponibilidad de la gente de la comunidad local.

Todo el tiempo estaba atenta para las distintas necesidades de los participantes. ¡Había agua caliente, chipá cuerito, etc.!

Concepción y su jubileo 200

Hubo una puesta en común de lo dialogado en los distintos grupos, conformados por personas de distintas comunidades, mezcladas para la riqueza en el compartir. El almuerzo fue a la canasta, un lindo momento para seguir compartiendo las riquezas pastorales de las distintas comunidades.

Después de la misa, el regreso. Que fue un poco a las corridas, por una llovizna bastante tupida al principio, pero que después quedó en amague.

¡Demos gracias al Señor, y a la Inmaculada Concepción, por aquel primer Encuentro! ¡Y pidamos por el próximo, para que sea una oportunidad para seguir conociéndonos, y valorándonos como familia arquidiocesana!